
En el mundo del más allá, ese que comienza cuando nuestras fuerzas nos abandonan, es de suponer que las intrigas y las pasiones, los amores y las incertidumbres, se transformen en sentimientos diferentes.
No nos será posible enervarnos, no tendremos necesidades, el tiempo no nos apremiará, no existirán las puertas y menos las fronteras, no afrontaremos males entendidos.
La demarcación entre el bien y el mal desaparecerá.
El todo ocupará nuestro nuevo mundo.
Y en aquél nuevo mundo, recién abierto a nuestros ojos, podremos "vivir" o quizás existir, apreciando infinidad de posibilidades ignoradas que en nuestra primera etapa no nos fue permitido palpar.
Quiero creer, pues mis fundamentos para ello son puro producto de mi imaginación o deseos, que allí, en nuestra segunda etapa, sepamos disfrutar de todo lo sustancial, que seguramente llevaremos en nuestra mochila de los recuerdos y vivencias pasadas en nuestra primera etapa, la cual llegará a su término.
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